LIBROS DE CUENTOS INFANTILES

                         DELEITAR APROVECHANDO

Alejandro Mayordomo Pérez

Universitat de València

Alejandro.Mayordomo@uv.es

Cuentos infantiles. Museo Pedagógico de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla

Cuentos infantiles, ¡qué difícil resulta describir la satisfacción y la emoción que en la infancia proporcionan el “tener”, “leer” o “escuchar” un cuento, en cualquier espacio y ocasión! Son un mundo recreativo, literario, histórico, formativo, evocador. Una integración valiosa de lo sociocultural, lo literario y lo pedagógico. Es bien conocido, además, que los cuentos son un constructo cultural, que ha estado presente en todos los tiempos y en las más diversas culturas, modelado en formas populares o literarias, provenientes de la tradición oral anónima, o recopilados después, incluso adaptados y renovados con variantes, préstamos y reelaboraciones.

Cuentos, que son relatos breves, de carácter fundamentalmente sencillo, realista o ficticio (costumbristas, maravillosos, de aventuras, de animales, humorísticos); unas narraciones que integran finalidades de tipo recreativo o moralizante, y que pretenden transmitir a la infancia algunas “enseñanzas”, prácticas, valores y virtudes, actitudes y comportamientos, etc. Son, ciertamente, numerosas y complejas las funciones de los cuentos, como lo son sus argumentos y elementos esenciales; son todo un campo de estudio científico al que -de forma pionera- tanto contribuyó Vladimir Propp.

Su desarrollo desde el siglo XIX fue el resultado de un trabajo inmenso, de difusión enorme, una aportación valiosa que se generó con los trabajos e impulsos de Clemens Brentano (1778-1842) y sus Cuentos para niños, en los que ya prevalecía la ingenuidad, la astucia, la santidad de los protagonistas; o con los famosos personajes de Hans Christian Andersen (1808-1875), autor de El patito feo, La sirenita, La pequeña cerillera, etc.; desde, y con el esfuerzo de los hermanos Grimm, Jacob (1785-1867) y Wilhelm (1786-1859) y sus famosísimos Cuentos infantiles y del hogar (1812-1822): Hensel y Gretel, Caperucita Roja, Frido y Catalina, La niña de los gansos, La astuta campesina, La hija del molinero, Blancanieves, etc. Y junto a esas celebridades otras muchas composiciones que, en todas partes y tiempos, fueron objeto de deseo, causa de ilusión, motivo de felicidad…y que ahora, con el paso de los años se convierten en materia de estudio, de emoción y evocación.

Ahora bien, lo que en este momento nos interesa es rememorar, develar y valorar su estimable carácter de mediación, de recurso didáctico y/o de intencionalidad pedagógica: por medio de sus textos, y también de las imágenes o ilustraciones: Unos y otros les sirvieron, y les sirven, sin duda, para presentar y estimular valores, generar hábitos, desarrollar capacidades como la atención, la memoria, la imaginación, los sentimientos, las emociones, etc.

Aunque, igualmente, llegan a ser instrumento efectivo para una cierta educación sentimental, una primera y particular sociabilidad y una rudimentaria socialización política. Temas, desde luego, que no son menores. También, claro, para el aprendizaje de roles de género femenino, concurriendo así a la discriminación del papel de las mujeres en la vida social. Son históricos y evidentes los roles de género transmitidos a través de ellos, la continuidad de arquetipos o patrones únicos en ese aspecto; modelos emocionales y de conducta en la vida cotidiana, que configuraron, sin duda, la personalidad y valores de las niñas. Generalmente, y frente a los príncipes, héroes, valientes, aventureros o rebeldes, los atributos femeninos nos muestran como rasgos la belleza, la bondad, la ingenuidad, la sumisión o la obediencia. Todo un modelo superficial o pasivo.

Anotemos algunos trazos de su presencia en la historia de la educación en España. En principio constataremos en ella un persistente vinculo: educación-regeneración social, muy presente ya cuando- en 1840- Pablo Montesino publica su Manual para los maestros de escuelas de párvulos; en él se pone de relieve la importancia de fomentar y reforzar en los niños el desarrollo natural de los sentimientos: de amor, justicia, deber, gratitud, obediencia, generosidad, urbanidad; igualmente el interés de “hacer buen uso y servirse” de su propio juicio. Los cuentos iban a cumplir un papel básico en ese primer ejercicio. Pronto los organismos competentes empezaron a autorizar, como libros para la enseñanza primaria, textos como: Cuentos para las niñas por un padre (1843), Fábulas, cuentos y alegorías morales, de Casimiro Govantes (1850). Fábulas, cuentos y epigramas morales, de Fco. García de Marcilla (1855), Cuentos morales para la instrucción de ambos sexos escrito por D.E.A.P (1856).

La dedicación al tema y la producción de libros fue progresando de forma continuada; y solo por mostrar algunos títulos, citaremos los que siguen: Luisa Escudero, publica en 1874 (Librería de Hernando), Cuentos infantiles o primer libro de lectura para las escuelas de ambos sexos; Marciano Curiel Merchán (1892-1947), maestro, recoge cuentos populares en los pueblos y en su propia escuela- a través de los alumnos-y en ella los utiliza; Teodoro Baró i Sureda, maestro, publica Cuentos del hogar (1883) y Flores y frutas. Cuentos para niños (1895); Diego Vidal, escribe Cuentos morales dedicados a la infancia (1898); Pedro Jesús Solas, publica en 1907, Para los niños. Cuentos. La Editorial Calleja (1876-1958) presentaba diversas colecciones, en extraordinarias tiradas (Juguetes instructivos, Joyas para niños, Cuentos fantásticos, Cuentos para niños, Cuentos de Calleja en colores. Y recordemos que Carles Riba traduce al catalán los Cuentos de los hermanos Grim, los Contes d´infants i de la llar, publicados en 1930. Y que Antoni Mª Alcover, a partir de 1896, edita las Rondalles mallorquines, y Enric Valor las Rondalles Valencianes, ya a partir de 1950.

Mención particular merecen otros textos que utilizaron los cuentos como instrumento o medio para crear militancia y concienciación política. Citemos la Colección de cuentos para futuros socialistas, de Juan Almela Melià; o los Cuentos editados por Ministerio de Instrucción Pública durante la Guerra Civil; o Las aventuras de Nono, el clásico libro de Jean Grave dirigido a “conocer injusticias y errores”, distinguir lo verdadero y lo justo. También debemos citar Sembrando flores (1906), preparado por Federico Urales (pseudónimo del sindicalista y maestro Juan Montseny), o Cuentos del tío Fernando (1940), cuyo autor, Fernando Fernández de Córdoba, exalta y propone los valores del falangismo, el carlismo y el catolicismo.

En fin, no debemos olvidar a notables figuras de nuestra Pedagogía que se interesaron por la función educadora de la literatura infantil. Es el caso de María Carbonell, y sus cuentos moralizantes y de intención didáctica, de Magdalena S. Fuentes, de Joan Capó, de María de Maeztu, o Herminio Almendros.

Y así hasta ahora mismo; los tiempos más cercanos han implementado el deseo de salir de la simple función aleccionadora, y han impulsado convertir los cuentos infantiles en recurso formativo atento al lenguaje y la sensibilidad y educación literaria; poniendo énfasis en la creatividad y el desarrollo de valores y de competencias socio-afectivas; y aprovechando su virtualidad de forma transversal. Ese largo camino histórico de intenciones y modos llega, con fuerza, hasta nuestros días. Solo hace falta recordar la figura de Gianni Rodari (1920-1980) y su empeño en que la imaginación y la fantasía tengan un lugar en la educación; su idea de que el cuento es incentivo para ello, para imaginar realidades mejores, para promover espíritu crítico y expresión personal. Hoy, ya, las colecciones de cuentos anuncian nuevos modelos de vida y sociedad, y se publicitan pon motivos y llamadas bien claras y renovadas: las niñas “serán lo que las niñas quieran ser”, las niñas que “rompen estereotipos”, las niñas aventureras que “ya no quieren ser princesas”.

Cuentos infantiles: todavía hoy son lecturas que fascinan, cautivan, emocionan, y que hacen que niños y niñas “participen” en la narración. Cuentos que abren ventanas y puertas, que empujan a pensar y hacer. Cuentos: ahora, preciado patrimonio, espacio de memoria.