La actual crisis económica global ha producido, entre otros fenómenos, el surgimiento de nuevas formas de organización, comunicación y participación política. Los nuevos movimientos sociales han adoptado como principios generales, entre otros, el asamblearismo; el cuestionamiento ante los pilares fundamentales del sistema neoliberal, como las instituciones políticas y el capital; así como una reformulación de la propiedad privada en el ámbito de la cultura digital, la vivienda y otros recursos básicos.
No obstante, estas fórmulas que se antojan nuevas parecen haber encontrado su sustrato ideológico en el viejo cuerpo del imaginario anarquista (Taibo, 2013; Castells, 21 de mayo de 2005). La actual aversión hacia los partidos políticos y las instituciones del Estado, expresada en la fórmula “¡No nos representan!”, masivamente coreada en manifestaciones desde que el pasado 15 de mayo de 2011 millones de españoles ocuparan las plazas de sus ciudades, se nutre del pensamiento de autores que, como Malatesta, los consideran un mecanismo “por medio del cual se arrebata al pueblo la gerencia de sus propios asuntos, la dirección de su propia seguridad, confiándolas a algunos que, por usurpación o por delegación, se hallan investidos del derecho de legislar sobre todo y para todos y de forzar al pueblo a respetarlos”.
Asimismo, la descentralización de los métodos organizacionales, como las asambleas de barrio que siguieron a las asambleas centrales del 15M, se asemejan a la defensa de la federación propuesta por Proudhon (1977), así como la oposición al liderazgo impuesto y la elección de cargos rotatorios en las asambleas merecen una relectura de los capítulos dedicados a la autoridad en la obra de Bakunin (1997). Ello no significa que los movimientos sociales contemporáneos hayan adoptado una militancia conscientemente anarquista, que se sientan identificados con las figuras tradicionales del pensamiento libertario o que exista un mimetismo entre las ideas anarquistas y los pensamientos y acciones de los movimientos sociales, sino que, en gran medida, estos planteamientos novedosos ya habían sido formulados por los anarquismos.
Del mismo modo que la práctica política ha recuperado y visibilizado fórmulas anarquistas de acción y de pensamiento, desde COMPOLITICAS (SEJ 456) nos proponemos rescatar también los discursos libertarios para la construcción de nuestros marcos teóricos. Conceptos vectoriales para las ciencias sociales críticas, como la noción de hegemonía gramsciana o la de aparatos ideológicos del Estado de Althusser, han sido enunciados anteriormente por pensadores libertarios como Berkman (2009) o Kropotkin (2008). Por ello, proponemos una llamada a capítulos (Call for Chapters) para la elaboración de una obra colectiva, en formato de libro tradicional, en el que con una mirada y discurso libertario nos aproximemos a nuestros marcos de estudio de una manera multidisciplinar, interdisciplinar y transdisciplinar.
OBJETIVOS Y RECOMENDACIONES
Contribuir al desarrollo de una nueva teoría crítica desde una mirada libertaria.
Interpretar la literatura crítica existente desde un punto de vista libertario.
Sin prescindir, excluir o minusvalorar a las escuelas marxistas o detractoras de las corrientes hegemónicas, construir discursos alternativos libertarios, tratando, en la medida de lo posible, de consultar y referenciar textos de la teoría y la práctica anarquista.
Prioridad por el discurso libertario por encima de la presencia de autores anarquistas en los textos.
REFERENCIAS
BAKUNIN, M. (1997). Dios y el Estado. Barcelona: El Viejo Topo.
BERKMAN, A. (2009). El ABC del comunismo libertario. Madrid: LaMalatesta.
CASTELLS, M. (21 de mayo de 2005). “Neoanarquismo”. La Vanguardia, 26.
KROPOTKIN, P. (2008). La conquista del pan. Madrid: LaMalatesta.
PROUDHON, J. P. (1997). El principio federativo. Madrid: Editora Nacional.
TAIBO, C. (2013). Repensar la anarquía. Acción directa, autogestión, autonomía. Madrid: Catarata.