LA PESCA

IMPORTANCIA ECONÓMICA Y SOCIO-LABORAL EN LA ACTUALIDAD

Aunque los datos globales están sometidos a un continuo cambio interanual, vamos a aportar algunos de ellos, entre los años 2011 y 2013, para aproximarnos a una idea general de la magnitud del sector en términos técnicos, económicos y socio-laborales.

El 70% de la flota pesquera andaluza lo constituyen las denominadas embarcaciones de artes menores.

En las embarcaciones andaluzas trabajan unas 6.500 personas, entre armadores y marineros.

La lonja de Isla Cristina es una de las más importantes en Andalucía.

La sardina es tanto una de las especies más capturadas como una de las de mayor valor comercializado.

Las industrias salazoneras y conserveras han estado muy asociadas a los ramos productivos locales, como es el caso de Barbate.

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La aportación del sector pesquero andaluz al producto interior bruto de la economía andaluza representa el 0,20% del total, incluyendo el sector comercial exterior. Si en términos globales esta aportación parece no ser muy significativa, sin embargo, si tenemos en cuenta la participación relativa de esta valoración económica sectorial en el conjunto de España, la industria pesquera andaluza se sitúa como el tercer sector económico del territorio, por detrás de la agricultura y la producción de minerales y refino de petróleo, ubicándose en el 10% del VAB pesquero al relacionar el sector andaluz con el de España. Si descendemos a escala local, además, la pesca no es sólo un sector estratégico para un buen número de familias cuya especialización laboral es muy acusada en este ramo, sino que además la actividad pesquera se despliega en un conjunto de industrias conectadas, desde los suministros a la reparación de embarcaciones y útiles, que podemos apreciar en los recintos portuarios. Hemos de entender incluidos en el sector pesquero las aportaciones de la pesca fresca subastada (43% del VAB sectorial), la almadraba (5%), la pesca congelada (4%), la acuicultura (11%), las industrias de transformación (37%). Es decir, que por importancia económica, la producción al fresco, en sus distintas modalidades, y la industria transformadora son los más importantes segmentos de la economía pesquera regional. En relación con el conjunto sectorial de España, ello supone un 22%. Las estimaciones cifran en casi 55 kg/habitante y año el consumo de pescado, distribuidos del siguiente modo (pescado fresco: 10 kg; pescado congelado: 3,30 kg.; moluscos y crustáceos: 7, 10 kg.; conservas y salazones: 4, 30 kg). Una vez más, se pone de manifiesto la importancia de la pesca fresca.

La flota pesquera andaluza, para 2013, se distribuye en cuatro grandes modalidades: arrastre (247 buques, 17,1% del total); cerco (159, 11%); palangre, tanto de superficie como de fondo (60, 4,1%) y las denominadas artes menores (964 embarcaciones, que representan el 70% del total). Además de 9 barcos que operan en aguas internacionales (arrastreros congeladores, cerqueros atuneros y palangre de superficie). En total, hay operando en torno a 1440 embarcaciones, siendo el más significativo el segmento de las artes menores, un conjunto heterogéneo de equipos de pesca que incluyen artes de enmalle (red), anzuelos y palangres y trampas. Una parte de estos buques pueden ir usando a lo largo de la temporada de pesca distintas artes según la estacionalidad de las especies objeto. Un segmento especial dentro de esta categoría es el de las dragas hidráulicas y rastro remolcado, que desarrollan una actividad marisquera muy especializada, tanto para la producción al fresco como para suministrar marisco a fábricas de conserva. A lo largo de las fichas de cada puerto, tendremos cumplida cuenta de la significativa variedad de estas artes y aparejos. Mención aparte merece las cuatro almadrabas que se siguen calando en la provincia de Cádiz.

Si tenemos en cuenta la distribución de esta flota por fachadas marítimas (la atlántica entre Ayamonte y Barbate y la mediterránea desde Tarifa a Garrucha), la distribución entre modalidades, como se observa en el siguiente cuadro es, en general, pareja, salvo en el caso de los buques de palangre no artesanales que apenas tienen presencia en el Golfo de Cádiz.

Podemos asumir, como punto de partida, que la gran mayoría de los buques de arrastre y cerco son barcos que disponen de las últimas tecnologías de navegación y detección de recursos, con maquinaria auxiliar a bordo que facilita las operaciones de pesca. Lo mismo cabe decir de la flota de palangre de superficie, la que opera en caladeros más alejados. Se trata, por tanto, de las flotas más tecnificadas y modernizadas, gracias a los programas de renovación de flotas financiados con fondos europeos y coordinados desde la Junta de Andalucía. Por su parte, las flotas de artes menores, incluyendo las dragas y los rastros para marisco, que constituyen la parte más esencial de la flota andaluza, aunque también se han modernizado notablemente en las últimas dos décadas, no alcanzan el nivel de sofistificación tecnológica de los primeros. A pesar de que la edad media de la flota andaluza es de 24 años, podemos asegurar el proceso de renovación de buques y equipos de pesca, tanto en la motorización como en los equipos de navegación y detección de peces. Cada vez más, los antiguos barcos de madera, más pesados y estables, van siendo sustituidos por buques de poliéster, que necesitan de un menor mantenimiento, y son más ligeros. Por ello, las carpinterías de ribera, que trabajaban la madera, son cada vez más difíciles de encontrar y los astilleros se han visto en la obligación de incluir las nuevas técnicas de construcción y reparación en relación con el poliéster.

En las embarcaciones andaluzas trabajan unas 6.500 personas, entre armadores (empresarios) y marineros. Pero a ellos hay que sumar los trabajadores en la acuicultura (681); los de la industria de la transformación (1.958), las personas relacionadas con la actividad comercial (10.858), los suministros y mantenimiento (568) y gestión y administración (763). El empleo en el sector pesquero andaluz representa un 22% del conjunto sectorial de España. No es infrecuente, especialmente en la flota que mejor representa un sistema artesanal, que los armadores trabajen a bordo diariamente. En este ramo podemos constatar casi la total ausencia de mujeres, ocurriendo lo contrario en el sector de la transformación, en el que las mujeres representan el 52% de los más de 1.950 empleos en empresas de transformación (conserveras, salazón y otras formas de preparado), de larga tradición en Andalucía. También es destacable la presencia de mujeres en actividades de gestión y administración del sector y en servicios comerciales (38,5% y 31,4% respectivamente). En torno al 90% de este empleo es de carácter asalariado y de nacionalidad española, lo que nos da una idea de la importancia social del sector en los municipios costeros donde hay actividad pesquera.

Si tomamos como referencia los datos de descargas e importancia económica de las mismas del año 2010, las lonjas de Isla Cristina, Punta Umbría y Caleta de Vélez son las más importantes (sin tener en cuenta las de Cádiz y El Puerto de Santa María, que no tienen asociada una flota importante pero que sí concentran compra-ventas aportadas por buques de otros puertos), seguidas por las de Bonanza o Barbate. Es decir, la vertiente atlántica es la que concentra mayor peso específico en cuanto a importancia cuantitativa de la actividad productiva y comercial. Puertos pequeños y dominados por flotas completamente artesanales, como Atunara, Chipiona o Rota son las que ocupan las últimas posiciones del ranking. Sin embargo, hemos de insistir en que las operaciones en las lonjas no reflejan la importancia de los sectores productivos de cada puerto, porque no son infrecuentes las descargas de buques en una lonja diferente a aquella en la que está su puerto base; y está siendo cada vez más habitual que los productores de un puerto lleven su oferta a una lonja más atractiva mediante un trámite administrativo (el “conduce”). Y no hemos de olvidar la importancia cualitativa de las flotas de pequeña escala, por mantener sistemas de pesca tradicionales y por conservar un patrimonio cognitivo, formas de saber hacer y todos los elementos culturales aparejados a las sociedades litorales. Este cultura marítima tienen una importancia incalculable en términos cuantitativos y una impronta social y territorial en sus entornos de gran valor, especialmente en algunas zonas costeras de de Málaga y Almería en los que la actividad pesquera convive con otras formas muy intensivas de aprovechamiento del litoral ligadas a la construcción y al turismo masivo o a la agricultura bajo plástico.

Un último apunte sobre las producciones con mayor presencia estadística: la sardina, la caballa, el boquerón y el jurel –todas pelágicas y capturadas en su mayor parte por barcos de cerco- son las especies más capturadas en la vertiente mediterránea, si bien las especies que ocupan el ranking más alto en el valor comercializado son la sardina, el pulpo, el pez espada, el boquerón, el besugo de la pinta y la gamba. En la vertiente atlántica, las especies más capturadas son de nuevo la sardina, la caballa, el boquerón, además de la chirla y el pulpo. A esta presencia dominante hemos de unir la merluza negra de Senegal, que se descarga en la lonja de Cádiz, casi último testimonio de lo que fue la destacada industria marítima de altura andaluza en el pasado. En cuanto a su valoración económica, la sardina y el boquerón son también las especies de más peso específico, seguidas por la chirla, el pulpo y la gamba.

Históricamente, las industrias salazoneras y conserveras han estado muy asociadas a los ramos productivos locales (flotas sardineras y almadrabas, fundamentalmente), generando, desde finales del siglo XIX, significativos distritos industriales y territorios muy especializados en estas actividades, especialmente en el poniente onubense (Ayamonte e Isla Cristina) y en los puertos próximos al Estrecho (Barbate, Algeciras, Tarifa y La Línea). Las especies pelágicas (sardinas y caballas) y los túnidos fueron las producciones estrella, tanto de la conserva como de la salazón. En la actualidad, la actividad conservera y de procesamiento sigue concentrada en estos lugares, aunque con un menor peso específico, menos vinculada a las producciones locales y con una gama más amplia de producciones, explorando un mercado más amplio, con especialidades culinarias. Con todo, destacan las marcas comerciales de productos andaluces, como caballa y melva de Andalucía o mojama de atún.

Atlas del Patrimonio Cultural en los Puertos de Interés Pesquero de Andalucía

Agencia Pública de Puertos de Andalucía Universidad de Sevilla Unión Europea

Consejería de Fomento y Vivienda. Agencia Pública de Puertos de Andalucía

Proyectos de I+D+i 2013-2015.

Dinamización de los enclaves pesqueros del Sistema Portuario Andaluz.