SALUTOGÉNESIS

El término salutogénesis define una disciplina que centra su estudio en el origen de la salud y en los denominados activos para la salud, como complemento al enfoque patogénico que contempla los orígenes de la enfermedad y sus factores de riesgo. El concepto es utilizado por primera vez en la década de los setenta del pasado siglo por el médico y sociólogo Aaron Antonovsky en su libro Health, Stress and Coping.

El modelo salutogénico postula que la buena salud emocional, psíquica y somática se mantiene gracias a la habilidad dinámica del ser humano para adaptarse a los cambios de sus circunstancias vitales. La teoría salutogénica define un concepto que denomina “sentido de coherencia” que es la suma de los recursos generales de resistencia a la enfermedad menos el déficit general de resistencia a la misma. Los recursos de resistencia se interrelacionan en tres dominios básicos: aquéllos que mejoran la capacidad de obtenerlos, aquéllos que benefician la comprensión del entorno y aquéllos que permiten encontrarle un significado a la propia vida.

Por el contrario, los déficits de resistencia se definen como entrópicos, lo que significa que, sin el impulso de un sentido positivo, éstos ejercen una fuerza desintegradora continua, permitiendo que una determinada enfermedad venza a una persona. La teoría salutogénica proporciona una base con capacidad para ser aplicada al diseño de edificios pensados desde el punto de vista del mantenimiento de la salud, no desde el punto de vista sanitario. Su objetivo es diseñar y construir una Arquitectura que ayude a liberar recursos de forma que estos se reserven o habiliten para la resistencia a la enfermedad, reduciendo la falta de adaptación de la persona al entorno físico.

Para ello es necesario definir, cuáles son esos recursos, en qué consisten y cómo se puede impulsar su desarrollo en el diseño del entorno construido.

La capacidad de obtención de recursos o manageability se define como la habilidad que la persona tiene para gestionar las realidades físicas del día a día. Esta capacidad debe proporcionar los requisitos básicos para mantener la homeostasis: regulación de la temperatura corporal, la glucosa en sangre, la hidratación y otras cuestiones somáticas. Un adecuado diseño salutogénico tiene por objeto mejorar los recursos que la persona posee para recuperarse, devolviéndole el control de su día a día. Esto pasa por proporcionar y construir entornos seguros, accesibles y confortables, aportando a los habitantes la capacidad de controlarlos y la posibilidad de tomar decisiones por sí mismos evitando, en la medida de lo posible, servicios centralizados o controlados por terceros.

 

Un segundo dominio sería la comprensión del entorno o comprehensibility se define como la habilidad de una persona para encontrar sentido a la narración de su ambiente físico, su contexto y sus circunstancias. Los principios para fomentar este recurso a través del proyecto arquitectónico incluyen la cuidada elaboración de itinerarios, la mejora de la orientación, el uso de patrones identificables, la incorporación de hitos distintivos. El concepto de comprensión del entorno, según la arquitectura salutogénica, intenta diseñar ambientes que refuercen la capacidad de recuperación de una persona.

Finalmente, la búsqueda de significado o meaningfulness se define como el deseo que impulsa a perseguir las metas que se desean alcanzar. Su importancia radica en la capacidad que tiene para fortalecer la voluntad de la persona para resistir a la enfermedad. Esto lo convierte en el recurso más importante de la salutogénesis  pero también en el más complejo ya que, además de subjetivo, resulta difícil definir y determinar qué factores aportan significado a la vida de las personas. En este ámbito, la práctica del diseño salutogénico centra sus esfuerzos en volver a conectar a la persona, usuario o habitante con el mundo real exterior. Ese significado puede alcanzarse a través de nociones que están por encima del individuo como son la familia, los amigos o la sociedad. Estas relaciones deben tenerse en cuenta para hacer frente al alejamiento físico y social que produce la enfermedad de todo lo que da sentido a la vida. Desde el campo de la salutogénesis se propone la inserción de la vida en los edificios por medio de la relación con el arte como fuente de significado, a través de la poesía, la música, la pintura, el dibujo, la escultura o el baile, entre otros.