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Raili y Reima Pietilä, Mica Moraine en Mäntyniemi, Helsinki, 1984-87


Le Corbusier,
Villas La Roche-Jeanneret,
París, 1923-1925.


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“El color”


“Cuando se habla de pintura hay que hablar forzosamente de color. Pero el color tiene propiedades de choque —orden sensorial— que preceden opticamente a la forma —que es ya una creación parcialmente cerebral.
Ahora bien, la pintura es cosa de arquitectura, por lo tanto encuentra sus medios en el volumen.
El color es un agente peligroso en la expresión del volumen; a menudo es destructor o desorganizador del volumen, porque las propiedades intrínsecas del color son muy diferentes, unos son irradiantes y se proyectan hacia adelante, otros son fugitivos, y otros, por ulti¬mo, son macizos y conservan el plano real de la tela, etc.; el amarillo limón, el azul ultramar, los tierras, los bermellones, actúan de manera muy diferente, tan diferente que puede admitirse sin error una cierta clasificación por familias.
Puede determinarse, jerárquicamente, la gama mayor, formada por los ocres amarillos, por los rojos, por los tierras, por el blanco, por el negro, por el azul ultramar y, evidentemente, por algunos de sus derivados al mezclarlos; esta gama es una gama fuerte, estable, que proporciona unidad, dando cuerpo al piano de la tela, porque esos colores se sostienen mutuamente entre si. Son, pues, los colores esencialmente constructivos; son los que han empleado todas las grandes épocas; son los que ha de utilizar quien quiera pintar en volumen, puesto que emplea elementos coloreados estáticos.
Segunda gama.-Gama dinámica, que comporta los amarillos limón, los naranjas (cromo y cadmium), los bermellones, el verde Veronés, los azules cobalto claros. Gama esencialmente agitada, trepidante, que da la sensación de un cambio perpetuo de plano; no puede asignarse a esos colores un plano; aparecen tanto delante del plano de la tela como detrás. Son elementos de perturbación.
Existe, por ultimo, la gama de transición, los rojos vivos, verde esmeralda, todos los colores de lacas que tienen propiedades de tinte y no propiedades constructivas”.
Pp 80-81

“Nuestro espíritu reacciona a los colores como reacciona a las formas estándar. Hay colores fuertes y colores suaves; cada uno se aplicara a un objeto. Asimismo, dado el juego de recuerdos adquirido mediante el espectáculo de la naturaleza, se han creado en nosotros hábitos lógicos y orgánicos, que confieren a cada elemento un color calificativo, y por lo tanto constructivo; así el azul no puede utilizarse para crear un volumen en primer término, porque nuestro ojo esta habituado a ver azules los objetos profundos —el cielo, el mar—, los lejanos y los objetos alejados —horizontes—, por lo que se deduce que no podrían invertirse impunemente estas condiciones. Así, un plano portante nunca podrá ser azul, podrá ser verde —hierba—, o pardo —la tierra—; en resumen, los colores deben ser disciplinados, teniendo en cuenta esos dos estándares incontestables.
1º. El estándar sensorial primario, excitación inmediata de los sentidos —el rojo y el toro, el negro y la tristeza.
2º. El estándar secundario de los recuerdos, evocación de la experiencia visual y de nuestra armonización al mundo —un suelo no es azul, un cielo no es pardo, y si a veces pueden parecerlo, se trata simplemente de un accidente y el arte de las invariantes no debe tenerlo en cuenta”.
Pp 84-85.

OZENFANT, A. y JEANNERET, CH.E. (1991): Acerca del Purismo. Escritos 1918-1926. Madrid: El Croquis Editorial

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